Nos referimos Sólo a aquellos que tienen por protagonistas a animales que hablan, y no a personas transformadas o metamorfoseadas, en virtud de encantamiento, en tal o cual lagarto, rana, dragón, etc. Puede haber personas en los cuentos de animales, como personajes ocasionales o en competencia con aquéllos, y ya sean secundarios o en pie de igualdad narrativa. En el comportamiento de los animales de estos cuentos, aparecen reflejos de la condición humana, más o menos directos, derivados de alguna cualidad física o de la conducta del propio animal: la astucia en la zorra, la malignidad y la tontura en el lobo, el liderazgo en el gallo, la presunción en el león, la tozudez y la corpulencia en el burro, la perfidia en la serpiente, etc.
En la estructura narrativa de estos relatos advertimos dos ingredientes principales: el hambre y el humor escatológico. El primero es móvil prácticamente universal de todos ellos; se trata de quién se come a quién, o cómo el animal más pequeño evita ser comido o desposeído. Nada, pues, de moralejas ni conclusiones supuestamente edificantes, como en las fábulas y en los apólogos orientales. Todo está regido por la primera y casi única ley de los animales: comer o ser comido. Tan larga mano es la suya -la del hambre-, que alcanza incluso a un cuento tan ingenuo como el de La hormiguita (hoy La ratita presumida), donde la protagonista se come a su marido en un descuido al día siguiente de la boda; episodio, que, por cierto, ha desaparecido en las versiones comerciales de este siglo.Este blog tiene la finalidad de reforzar de manera interactiva, el tema de los géneros Narrativos. Los estudiantes pueden encontrar información, juegos, imágenes y ejemplos, del cuento, la fábula, el mito y la leyenda.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
CUENTO DE ANIMALES
Nos referimos Sólo a aquellos que tienen por protagonistas a animales que hablan, y no a personas transformadas o metamorfoseadas, en virtud de encantamiento, en tal o cual lagarto, rana, dragón, etc. Puede haber personas en los cuentos de animales, como personajes ocasionales o en competencia con aquéllos, y ya sean secundarios o en pie de igualdad narrativa. En el comportamiento de los animales de estos cuentos, aparecen reflejos de la condición humana, más o menos directos, derivados de alguna cualidad física o de la conducta del propio animal: la astucia en la zorra, la malignidad y la tontura en el lobo, el liderazgo en el gallo, la presunción en el león, la tozudez y la corpulencia en el burro, la perfidia en la serpiente, etc.
En la estructura narrativa de estos relatos advertimos dos ingredientes principales: el hambre y el humor escatológico. El primero es móvil prácticamente universal de todos ellos; se trata de quién se come a quién, o cómo el animal más pequeño evita ser comido o desposeído. Nada, pues, de moralejas ni conclusiones supuestamente edificantes, como en las fábulas y en los apólogos orientales. Todo está regido por la primera y casi única ley de los animales: comer o ser comido. Tan larga mano es la suya -la del hambre-, que alcanza incluso a un cuento tan ingenuo como el de La hormiguita (hoy La ratita presumida), donde la protagonista se come a su marido en un descuido al día siguiente de la boda; episodio, que, por cierto, ha desaparecido en las versiones comerciales de este siglo.
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